Pues aunque pudiera parecer que estaba parada, no era así. Sé que he dejado un poco abandonado el blog y no era ni muchísimo menos mi intención. Pero el sofá tenía devorado mi tiempo y mis energias.
Y es que yo pensaba que me ocuparía menos tiempo, que sería más sencillo, que no tendría que modificar, descoser y recoser pues en mi cabeza todo parecía simple. Pero no ha sido así.
Pero claro, no es lo mismo coser un broche que coser un sofá de casi dos metros, con telas pesadas y incómodas para las cuales necesitaba todo el suelo para cortar. Y no tiene nada que ver coser los bajos de un vestido con un bonito bordado que intentar pasar ese grosor por la estrecha máquina de coser, sufriendo por cada gemido de la aguja.
Aunque al final ha valido la pena. ¡Por fin! Y a los gatos les gusta, además. Espero que no demasiado, no para afilarse las uñas, pero eso es algo que tampoco voy a poder evitar. Y realmente es su función, ¿no?
En fin, que no estoy muy cuerda, estoy con la luz de haber acabado este proyecto y con la esperanza de volver a tener ánimos para seguir con mis otros proyectos. Pero hoy... hoy voy a disfrutar de mi sofá, ¡porque yo lo valgo!