Vía http://www.hamilelikte.info/blw-yontemi-kendi-kendine-beslenme/ |
Cuando nuestro pequeño jedi cumplió los 6 meses, la pediatra
nos dio la consabida fotocopia con la introducción a la alimentación
complementaria: que si purés, papillas y chafados. Como nosotros somos unos
aventureros, decidimos tirar por el BLW y dejar que fuera él quien decidiera
qué, cómo y cuánto comer, ya que sigue con la lactancia que le cubre sus
necesidades nutricionales. Para los que se queden con curiosidad por el tema o busquen información les recomiento el libro "Mi niño no me come" de Carlos González.
Con esta técnica (dicho así parece que se ha inventado la
rueda) se deja al alcance del bebé la comida para que pueda experimentar
sabores, texturas y se vaya familiarizando con el hábito de comer en familia.
Además de divertido, no hay que decir que el proceso es sucio, muy sucio. El
poder estrujar, esparcir, aplastar, lanzar, escupir gran variedad de alimentos
es algo demasiado tentador para un bebé. Y para un adulto, no nos engañemos,
pero nuestra “buena educación” nos impide imitarle.
Para evitar tener que meter al niño en la lavadora después
de cada comida tenemos un plan de acción que consiste en:
- Poner un mantel hule extragrande en el suelo
- - Asegurar al bebé en la trona para limitar su zona de actuación
- - Y ponerle varios baberos a la vez.
Ya os digo que nada de esto asegura la integridad de los
muebles o las paredes cercanas. Luego no vengáis con reclamaciones.
Descubrimos que en una conocida tienda de muebles suecos vendían
baberos para manualidades de cuerpo entero y en un afán consumista depredador
compramos seis. Vienen genial, se ponen como una bata y se cierran en el cuello
con velcro, cubriendo pecho, brazos y parte de las piernas.
De tienda sueca, dos por 7 euros |
Pero hace un mes nos vimos con un terrible problema: estábamos
sin baberos. Unos estaban en el cole, otros en casa de los abuelos, otros en la
lavadora. Hicimos una visita exprés a dicha tienda con la desagradable sorpresa
de que habían cambiado el modelo (que es lo de menos) y el precio (que es lo de
más). ¿Y que hicimos? ¿Resignarnos y comprar lo que había o darle a la
inventiva?
Lo segundo, por supuesto. Así que compramos un par de
cortinas de ducha baratitas y para casa.
Sacar el patrón fue sencillo: doblar el babero para sacar el
patrón delantero y lo mismo con el trasero. Como las mangas están incluidas en
el patrón no hay más quebraderos de cabeza. Estaba convencida de que por
internet alguien lo habría sacado pero no es así. Si saco tiempo, lo subo yo.
Al ser tela plasticosa iba con miedo de que no se cosiera
bien con la máquina pero no he tenido ningún problema. Cosí delantero y trasero
con la remalladora, puse bies en todo el contorno, gomas en los puños de las
mangas y snaps para el cierre trasero.
Con dos cortinas de ducha estándar, de dos metros por metro
y pico cada una, me han salido ocho baberos. A seis euros la cortina sale el
babero a 1,50 euros. No está mal, ¿no?
Os dejo unas fotillos de cómo han quedado.
El de referencia y las replicas |
Tela super plasticosa (se ve porque la manga no baja) |
Tela fashion |
Vista trasera |
Detalle del cierre con snaps |
Y eso es todo amigos.
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