lunes, 3 de agosto de 2009

Empezando...


Empezando en el mundo de los blogs, que se me antoja enorme y misterioso. La verdad es que estoy con ese miedo escénico que hace que tema que todo vaya a salir mal, que no sea capaz de llevar esto a buen puerto, sin saber muy bien que decir.

Pero bueno, quien no llora no mama y a quién algo quiere, algo le cuesta, así qué...
¿Que puedo contar? Desde pequeña recuerdo estar cerca de mi madre cuando se ponía a sus “labores”. Tenía unas manos hábiles y todo se le daba bien. Tejer, coser, bordar. Y yo con unas manos torpes que no sabían pasar de la cadeneta. Aunque no desistía. Cogía retales y los unía intentado crear algo que fuera útil. Que yo recuerde, lo más que conseguí fueron deformadas bolsas que utilizaba para guardar mis cosas. Un desastre, vamos…
No fue hasta que heredé la máquina de coser de mi madre, años después, que no empecé a cogerle interés. Cositas pequeñas, arreglos, modificar camisetas… nada que implicara mucha dificultad. Hasta que mi chico me pidió una capa.
Os pongo en situación. Creo recordar que estábamos pensando en ir a un encuentro medieval, y una prenda indispensable para ese tipo de atuendos es la capa. Miramos sitios donde comprarla pero los precios se nos iban mucho de nuestro presupuesto. Así que miró con ojitos tiernos y me dijo:
-Con esas manitas que tienes, ¿¿porque no te animas a hacerlas tú??
¿Como podía negarle nada a esa mirada de cordero degollado? En menudo lío me había metido...

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