Todos los diseños de los tatuajes se los ha currado David y el pobre ha acabado de nosotros hasta el gorro. Que si es muy grande, que si ponlo un poco más alto, que si este número más pequeño, que si un pelito por aquí, que si las patas más delgadas... En fin, que tiene la paciencia de un santo.
La primero víctima fue Marimar que se hizo una huella de lobo en la nuca (que lo mismo le robo el diseño para tatuármelo yo algún día, jurjurjur). El antes, el mientras tanto y el después.
He de decir que la capacidad de aguantar el dolor de Marimar es encomiable. No abrió la boca ni antes, ni mientas tanto ni después...
Después me tocaba a mí. El primero: la salamandra.
Preparación y dibujo (no vale reírse de mis pies...)
Y empezamos. Al principio me sonrío y todo. Pero luego ya no me hace tanta gracia...
Mientras David haciendo el último diseño, el del minotauro del otro David.
Y seguimos... ¿a que parece que no este sufriendo nada? Fijaos en mi pie...
Pero acabó y por fin pudimos envolver el pie cual bocata de chorizo.
Descansar un poquito, comer (que rico el arroz al vapor) y luego, ¡¡el siguiente!!
Mmm, con lo que me gustan los gatitos, valió la pena la incomodidad de la postura por tener uno tatuado.
Mmmm, tengo que volver a pillar el ritmo del gimnasio, ains.
A medias...
Y no tengo foto finish... ya pondré, prometido.
Y cuando acabó este... el último!
Este es mi regalo de cumpleaños de hace un par de años de David. ¡Me encanta!
La pose de patada voladora...
Y cada uno a lo suyo... y yo ya agotada...
Y os dejo los que se hizo David.
Y acabamos tarde, muy tarde aunque con muchas risas. Le debemos a Pepe una buena cena por haber trabajado tan duro y hacerlo tan bien. Y también porque habrá una segunda sesión, con los tatuajes que quedan de los dos Davids.
Y yo... ya estoy pensando en el siguiente, aunque tenga el pie como una morcilla y al gato se le esté cayendo la piel a cachos.
La verdad es que no tengo remedio...
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