Aunque mi cabeza esté llena de mil y un proyectos, aunque disponga de tiempo después de trabajar, aunque David me anime de inverosimiles maneras, la pereza siempre me acaba alcanzando. Y lo peor es que tengo una capacidad increible para inventarme excusas para tranquilizar mi conciencia.
Pero claro, luego me siento mal. Que si podría haber aprovechado para acabar no sé qué, que si tengo un montón de diseños que probar, que si podría haber ido a comprar telas...
Estoy ahora mismo en esa situación. Antes de vacaciones estaba en plena vorágine creadora, cada día salía algo acabado de mis manos y ya tenía en mente lo siguiente que iba a hacer. Me paso unos días sin tocar las agujas y de repente hay mil cosas más importantes o relajantes o divertidas que hacer. Y no quiero volver a caer en esa rutina. Quiero volver a tener esa energia desbordante que me obligaba a acabar las últimas puntadas antes de irme a dormir y conseguir madrugar al día siguiente para acabarlo.
Hoy me toca sí o sí ordenar mi cuarto de costura (porque los gatos se han adueñado de ella, ejem) y si me queda tiempo coger los bajos de tres o cuatro pantalones que llevan ya semanas cogiendo polvo. Y ponerme seria conmigo misma, ¡si señor!
Y seguir contando historias, que es lo que me gusta y lo que me motiva a seguir con el blog.
La ilustración es de Marta Dahlig
Me identifico contigo un monton!!
ResponderEliminarQuiero hacer de todo un poco, tengo creatividad he ingenio, pero cuando me dejo influenciar de la pereza es grave, aunque en ocaciones es más la frustracion de que las cosas no me salgan como quiero, pues aunque estoy iniciando en este royo de la costura, quiero que todo me salga como de ALMCEN, jajajaja.