miércoles, 19 de agosto de 2009
Patrones, patrones, patrones
Cuando me vendieron la máquina de coser, recuerdo que el vendedor me decía que era tan fácil coser con ella que solo le tendría que darle la tela y que ella haría lo demás. Era una exageración, por supuesto, pero por muy poquito. No tenía nada que ver con mi antigua máquina, que aunque le tenía que agradecer muchos apaños, tenía ya demasiados años encima para resultar práctica.
A la Husqui solo le falta que haga café y me salude por las mañanas en plan "El coche fantástico".
Y es tan fáaaaacil coser con ella... y no se queja, no se encalla, y me admite hasta cuero y vinilo. Vamos, que se amplió mi horizonte costuril y de golpe ya no me llenaba solo recoger los bajos de los pantalones y hacerme pulseritas. Quería más. Quería vestidos, bolsos, cojines, cortinas y muñecos de felpa. Lo quería todo.
Pero llegó el problema de siempre. No tenía ni idea de como empezar. ¿Como se hace un vestido? ¿ Como es una manga? ¿Como sé cuanta tela se necesita y más importante aún, como se corta?
Y así descubrí los patrones. Miles y miles de patrones que se venden en sobres de papel, con sus instrucciones y su papel de seda con los diseños en diferentes tallas. Gracias a ebay conocí la marca de Simplicity, Vogue, Butterick, Mccall's, Burda entre otros. Y como es natural con una personalidad obsesiva como la mía, empecé a coleccionarlos. En poco tiempo me encontré con una treintena de patrones para prendas relacionas con vestuario de época y fantasía.
Tenía tantos, tantas opciones, tantos diseños que no sabía por donde empezar. Bueno, también me daba un poco de pánico desenvolver esos tesoros y no ser capaz de entender las instrucciones o no lograr coser algo reconocible.
Por suerte está siempre David para salvarme. "¡Quiero una camisa medieval!" me dijo. Y no me podía negar, ¿no?
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