lunes, 24 de agosto de 2009

Polonio, el gato


Os presento a Polonio, que se coló en casa el otro día y con tenues ronroneos se ha adueñado del sofá.



He tenido que usar toda mi persuasión para que David me dejara quedarmelo, sin entender que no me conformara con los cuatro gatos que ya tenemos. Pero es que cada gato es mundo y no hay dos iguales. ¿Como podía echar al pobre Polonio a la calle, con esas miraditas que él echa?

















Así que aunque David anda enfurruñado por casa, he encontrado un rinconcito para Polonio para que se acomode y no parece que tenga planes para irse. Además que ni se le oye. ¿Que más puedo pedir?
















Y es que no puedo evitarlo: gato que veo, gato que despierta en mi una ternura indescriptible, da igual lo feo, sucio o enfermo que esté. No sé si es por la mirada serena o por la lasitud con la que se mueven, o incluso por egocentrica exigencia cuando quieren que les prestes atención. Me desarman y consiguen de mi lo que quieren.

¿Será que tengo complejo de ratón?

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